Entrevista a Josep M. Lozano (Esade)

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26 febrero, 2021
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26 febrero, 2021

Presentación e introducción 

Josep, muchas gracias por tu colaboración en este espacio web de Cultura Vocacional de UNIJES. 

¿En qué universidad de UNIJES trabajas y cuál es tu ocupación actual en ella? 

Soy catedrático URL y trabajo en Esade. Nunca he tenido muy clara mi especialidad, y me he ocupado de cosas diversas. Hace un cierto tiempo formulé -por usar una palabra rimbombante- mi misión personal en estos términos: ayudar y acompañar a las personas en su crecimiento personal y profesional para que puedan vivir con más calidad humana y tener un impacto transformador en la sociedad. En la medida de lo posible, procuro no apartarme mucho de ello. Que lo procure no quiere decir que lo consiga. 

¿Vocación hoy día? 

Hemos leído tu reciente artículo en el periódico “La Vanguardia”, publicado el 3 de diciembre de 2020, titulado: “¿Hablar de vocación?”. Nos parece especialmente sugerente. 

¿Qué claves crees fundamentales para que este “hablar de vocación” a los estudiantes universitarios de hoy genere acogida y despierte interés en ellos?  

Bueno, no siempre hay que hablar explícitamente de vocación, porque la manera de hablar depende de la persona que tienes delante. Y en determinados momentos de la vida o en determinados contextos la palabra puede resultar extemporánea. Creo que se trata de despertar, suscitar, potenciar y apoyar sus deseos más profundos. No hay que tener miedo a tener grandes deseos y ni hay que tener miedo a nutrirlos. Y, consiguientemente, a convertir los deseos en propósito. Y el propósito en objetivos. Solo con objetivos nuestra ansia de vivir no se alimenta. Sin objetivos, nuestra ansia de vivir se dispersa y se agosta. 

En un contexto de incertidumbre y provisionalidad como el que vivimos, ¿q horizonte les puede ofrecer a nuestros estudiantes el discernir y elegir desde un proyecto de vida que nace de la pregunta por la vocación, en vez de desde la necesidad de tomar decisiones “certeras”? 

Aprender a discernir y elegir es quizá lo que ayuda más a configurar una vida con sentido. Y una vida con sentido no consiste en tener un buen CV, aunque en la universidad funcionamos como si esto fuera lo único importante. Pero discernir es una práctica cotidiana que si no está entrenada no se activa automáticamente cuando queremos o lo necesitamos. Por ello es necesario entrenar una mirada atenta a nuestro mundo interior i a nuestro mundo exterior. Es decir: a nuestro mundo (nota: el sustantivo es “mundo”, no “nuestro”). Para aprender a darnos cuenta y a nombrar lo que nos mueve, lo que nos entusiasma, lo que nos bloquea y lo que nos engaña. Y para convertirlo en los materiales a partir de los que configurar nuestro propósito. 

Caminando hacia una cultura vocacional en UNIJES 

Desde Cultura Vocacional en UNIJES trabajamos en iniciativas que tratan de ayudar nuestros estudiantes integrar los afectos, el estudio y trabajo profesional y el servicio a los demás. En una línea muy parecida, en tu artículo, hablas de que la vocación es la intersección entre “lo que te gustalo que sabes” y “lo que necesita el mundo”. ¿Qué pasos crees que podemos dar en UNIJES para ayudar a unir este trípode básico?  

Lo primero es dar nombre a cada uno de los ámbitos que mencionas como tales, porque si no los re-conocemos poca intersección se producirá. Y hay que aprender a sostener que no siempre tenemos respuesta para todos los ámbitos, y que éste no tener respuesta no significa renunciar a ella o sedarla. Sin olvidar una pieza de la intersección de la que nunca hablamos cuando nos ponemos estupendos: hay que explorar qué valor de mercado puede tener esta intersección, porque la vocación no es olvidarse de cómo ganarse la vida. Hay que conjugar el ganarse la vida con la conciencia y la convicción de qué vida es la que nos ganamos. 

¿Cómo se puede desde la Universidad ayudar a nuestros estudiantes a recorrer este camino? 

Hoy en el mundo educativo se habla mucho de competencias. De desarrollarlas. De potenciarlas. Pero hay una de la que no se habla nunca, y no la encontraremos en ninguna lista: saber estar en silencio. Saber escuchar y escucharse. El silencio que no se apoya en el poder y en el hacer. El silencio que no niega la vulnerabilidad que nos constituye, sino que la reconoce. Hoy en el mundo educativo se habla mucho. Quizás demasiado.

¿Qué experiencias en la Universidad son las que más ayudan a descubrir las llamadas de la vida? 

De entrada tengo una mala noticia. Llevo bastantes años haciendo el siguiente ejercicio con mis estudiantes: describe tres momentos de tu vida en los que hayas disfrutado aprendiendo y hayas aprendido algo que haya marcado tu vida. Pues bien: solo en un 10% de los casos estos momentos han sucedido en un entorno de educación formal (escuela o universidad). Caso que esto no sea una mera anécdota, podríamos decir que al menos cabe esperar que la universidad nos ayude a desarrollar, elaborar y compartir dichas experiencias, aunque no ocurran en la universidad, y a evitar que se conviertan en un mero recuerdo. En cualquier caso, lo primero que cabría preguntarse es si la gente entra en la universidad pensando que la vida está en otra parte. Y por qué ocurre eso.

¿Encontrar la vocación personal desde el “descentramiento” personal? ¿No es una paradoja imposible? ¿Cómo reconocer mi vocación a través de los demás y del servicio? 

Vivir es habitar paradojas, sostenerlas y nutrirse de ellas. Por ejemplo: a través de los demás y del servicio a veces se olvida que mi vocación ha de ser eso, mía. Pero buscando solo lo mío olvidándome de los demás y del servicio no la encontraré nunca. 

¿En un ambiente universitario que exige papers y una cierta carrera investigadora al profesorado y una cada vez más completa formación al alumnado, ¿podemos parar un momento a pensar sobre vocación? ¿O son dos ámbitos condenados a no entenderse?  

Antes de la pregunta por el podemos está la pregunta por el queremos, que a menudo ni está ni se la espera. Es verdad que tenemos el riesgo de perder el norte con cierta orientación productivista a la docencia y los papers. Pero también es verdad que hay gente excelente en los dos ámbitos que no por ello deja de tener un impacto fecundo. A lo mejor es que a veces se confunde tener una vocación (ya que hablamos de ello) universitaria con tener la voluntad de hacer una carrera académica (o, ya puestos, con tener un sueldo más o menos seguro). Y, además, a veces se olvida que la universidad como espacio educativo no se reduce al profesorado y a lo que ocurre en las aulas. La pregunta, pues, es si la universidad es un ámbito en el que también son posibles y se fomentan espacios de conversaciones nutritivas. Y un lugar en el que se pueden encontrar referentes de vida. 

¿Cuáles han sido los momentos más fecundos en tu vocación universitaria? 

La creación y desarrollo de determinadas asignaturas y programas. La elaboración y publicación de determinados escritos (que muy a menudo  no coinciden con los que he publicado en journals muy relevantes). Y, sobre todo, el trabajar, aprender y crear con determinados colegas.

Concluyendo y en síntesis: 

Por último, unas preguntas para responder en síntesis y en pocas palabras (las vamos a hacer siempre a las personas que forman parte de nuestras entrevistas): 

Como profesor e investigador, para ti, vivir la vocación en la Universidad es: yo tengo algunas definiciones un poco raras, para uso privado. Una de ellas es: educar es ayudar a la gente a hacerse buenas preguntas (y, a ser posible, a construir alguna respuesta). 

¿Qué le dirías a un estudiante sobre qué es vivir la vocación en su etapa universitaria? Depende del estudiante. Como diría Ignacio, depende de personas, tiempos y lugares. Resulta muy difícil saber qué decir sin tener un rostro delante. Quizás, diría que sea una persona de grandes deseos. Y/o que se junte con personas que lo sean. 

Si una persona no tiene muy claro esto de la vocación ¿qué tres pistas le darías para empezar a andar este camino?  

No sé si son pistas. Pero uniría dos preguntas y le diría que su tarea es vivir dichas preguntas, como tales preguntas. Una es de D.H Thoreau: si yo no soy yo, ¿quién lo será? La otra es de S. Ignacio: yo solo, ¿qué puedo ser? Y añadiría que vivir estas preguntas -que son personales- requiere una comunidad. 

¿Qué tres verbos te evocan esto del cuidado o el descubrimiento… de la vocación? 

Escuchar/mirar, conversar, desear. 

Y al revés, ¿qué tres cosas no tienen que ver con la vocación? 

Distracción, superficialidad, facilidad (a no confundir con sencillez: que algo sea sencillo no quiere decir que sea fácil: hablamos de algo que es sencillo, pero no fácil). 

¡Muchas gracias, Josep!