El trabajo de final de grado de Mireia Canut y Maria López, graduadas en Turismo y Dirección Hotelera por HTSI (Facultad de Turismo y Dirección Hotelera Santi Ignasi, URL), tutorizado por la profesora Daniela Freund, ha sido distinguido con el Premio Honorífico a Mejor Trabajo Social por Cáritas-Barcelona.
A continuación, se ofrece un resumen del mismo, y completo en el enlace del final:
A primera vista, la industria del turismo es un ejemplo de éxito en relación a la paridad de género y a la captación de talento femenino. Pese a que un 55,5% de la fuerza laboral del sector son mujeres, no es oro todo lo que reluce. El área del emprendimiento turístico es un ejemplo de ello. En España, solo 3 de cada 10 emprendedores son mujeres, y éstas apenas representan el 40% del total de emprendedores a nivel mundial. Al margen de ser extremadamente desalentadoras, estas estadísticas sugieren preguntas que merecen ser respondidas. ¿Por qué existe tal desproporción? ¿Está relacionado con nosotras? ¿Con el ecosistema emprendedor?
Tales preguntas no son fáciles de responder. Existen múltiples barreras para el emprendimiento femenino y, lo que es peor, están interrelacionadas de forma que crean un ciclo de retroalimentación del cual es difícil escapar. Las mujeres entran en él a una edad muy temprana, una mano invisible parece estar dirigiendo a niñas y niños hacia carreras específicas en base a su género. No está claro cuándo aparece esta mano por primera vez, pero aparentemente empuja a niñas y jóvenes hacia carreras profesionales relacionadas con el cuidado de las personas, como sucede con el turismo, tan solo por una supuesta vocación derivada de su género. Desde este punto, se crea un efecto de bola de nieve: niñas y jóvenes crecen sin modelos a seguir en posiciones de liderazgo, lo que les da la impresión de que apuntar alto no es para ellas.
Y la realidad es que no les es fácil apuntar alto. El techo de cristal y las precarias condiciones que se encuentran en el mercado laboral del turismo erosionan su capacidad de ahorro y debilitan sus redes de contactos, acortando así de forma significativa sus posibilidades de convertirse en dueñas de sus propios negocios. Y la bola de nieve sigue creciendo. Ellas, junto con sus parejas, deciden formar una familia. Su carrera profesional no ha desaparecido, sin embargo, el 79% de las mujeres se ocupan, a más a más, de las tareas del hogar de forma diaria y se encargan del cuidado de los niños y personas mayores. Y así, sin darse cuenta, consideran que han logrado su propósito en la sociedad como mujeres, o al menos eso es lo que afirman 4 de cada 10 europeos. ¿Por qué la gente piensa que esto es todo lo que las mujeres podemos ofrecer?
Continuamente se sugiere que las mujeres no pueden ser sus propias jefas y liderar sus propios proyectos al margen de cuál sea su situación familiar. De hecho, algunos inversores incluso son reacios a invertir en mujeres por el solo hecho de estar embarazadas. Otros no las escucharían si no estuvieran dispuestas a dedicar todo su tiempo a su proyecto (como si ellos mismos no tuvieran una vida más allá de su trabajo como inversores…). Pero parece que ellas no tienen ese derecho, el emprendimiento a tiempo parcial no es una opción. Y así, ellas se sacrifican, es la primera vez, pero no la última. Se sienten culpables por dejar de lado sus obligaciones familiares para perseguir sus sueños. La bola de nieve les pisa los talones. Se esfuerzan para estar a la altura del perfil del emprendedor ideal, lástima que diste tanto de lo que ellas, como mujeres, aportan a las empresas como valor añadido.
El potencial del liderazgo femenino comienza a desdibujarse: podrían haber incentivado el impacto social de las empresas, podrían haber implementado estilos de comunicación alternativos y enfoques de gestión más suaves… Sin embargo, llega un punto en que ni ellas mismas saben que tienen para ofrecer. Y la bola de nieve las derriba. Aquellas niñas y jóvenes con ambiciones, proyectos y sueños terminan desconfiando de sus capacidades y subestimándose a ellas mismas.
Desafortunadamente, esta historia es más frecuente de lo que parece. Pero no todo está perdido. Si prestáis atención, encontraréis ejemplos de mujeres emprendedoras excepcionales que, además, están siempre dispuestas a echar una mano a otras mujeres. Mujeres valientes, ambiciosas y preparadas que han superado todas esas barreras manteniéndose fieles a sí mismas. Es verdad que las mujeres hacemos las cosas de manera diferente, y justamente por eso podemos crear empresas de éxito, si nos lo proponemos. Por lo tanto, mujeres emprendedoras del mundo: no os dejéis derribar por la nieve, aprovechad esas bolas de nieve para hacer muñecas sin miedo a emprender.
Autoras: Mireia Canut y Maria López
Acceso a la copia completa de la tesis a través de este enlace: http://hdl.handle.net/2072/37628