“Tenemos que empezar a reforzar los beneficios de las empresas que se comportan de forma adecuada”. Así lo ha explicado Simon Willis, director general de The Young Foundation en la VIII Jornada Anual del Instituto de Innovación Social de ESADE. “Hay que partir el sector privado por la mitad, donde las empresas se puedan unir y sean transparentes”, ha explicado. El CEO también ha recomendado “reconfigurar la parte política” y que “no basta con enviar correos electrónicos o avasallar a twits a los políticos, sino que se debe reflexionar y generar alianzas y vínculos”.
En este sentido, el decano de Profesorado e Investigación de ESADE, Jonathan Wareham, también ha destacado que “la tecnología y la innovación han avanzado, pero no el organismo regulador” (en referencia al consumo colaborativo). Una idea con la que se ha coincidido en la Jornada.
El mismo Willis, por ejemplo, ha señalado “el momento peliagudo en el que se encuentra Europa, ya que la mayoría de los ciudadanos no se fía de las instituciones y ha dejado de confiar en ir a las urnas”. “Queremos crear una sociedad que utilice todos los ciudadanos y no solo un puñado”, ha sentenciado. “Hemos de tomar decisiones sobre qué se debe hacer en el mercado y qué no. Nos hemos dormido y aceptado que los mercados siempre han funcionado así y nos resignamos”, señala.
Diálogo entre el sector público y privado
Durante un panel de la Jornada se ha presentado el informe La Innovación Social en América Latina donde César Buenadicha, especialista sénior del FOMIN (BID) ha resaltado que “los emprendedores e innovadores sociales están transformando el panorama de desarrollo social en la región trayendo nuevas ideas y ampliando las fronteras de las intervenciones en inclusión social”. Y añade: “El reto para este tipo de emprendimientos es superar la fase piloto y lograr una escala que permita ampliar la cobertura de las intervenciones a mayor población”.
“La articulación público-privada es clave para ampliar el impacto de las intervenciones en innovación social, generando un diálogo entre, por un lado los innovadores y emprendedores sociales, y por otro lado el sector público y privado, que son instancias clave para escalar los modelos”, ha explicado el mismo especialista de FOMIN. Una visión que ha señalado el mismo Willis y también se ha puesto sobre la mesa en el panel de colaboración entre ONG y Empresas.
“Anteriormente las ONG planteaban y los otros (en referencia a las empresas) colaboraban, pero ahora no es así”, ha destacado Ignasi Carreras, director del Instituto de Innovación Social de ESADE. “Las ONG no buscan solo dinero y a las empresas les importa su posicionamiento estratégico. Importa la transparencia y avanzar en medición de resultados e impacto social”, añade.
Heloise Buckland, investigadora del Instituto de Innovación Social de ESADE y autora del estudio junto a David Murillo, profesor del Departamento de Ciencias Sociales de ESADE, ha destacado que “a escala global, estamos viviendo una época emocionante, en que se están creando muy rápidamente nuevas reglas de producción, consumo y copropiedad, que impulsan una transición hacia una economía más colaborativa” y apunta que además, “en estos nuevos mercados emerge un perfil de inversor interesado en un doble impacto, a la vez social y económico que ha empezado a generar, en algunos países, políticas públicas para crear unas condiciones favorables al desarrollo de la innovación social”.