El acto contó con la participación de del Presidente de la Conferencia Episcopal Española, Monseñor Ricardo Blázquez, y fue presidido por el Rector de Comillas, Julio L. Martínez, SJ, acompañado por el Presidente de Unijes (Universidades Jesuitas), Jaime Oraá, SJ y el coordinador del libro y profesor del Instituto Químico de Sarriá (IQS)-Universidad Ramon Llull, José Sols Lucia.
En el acto se presentó la obra Pensamiento social cristiano abierto al siglo XXI, editado por Sal Terrae, un compendio de temas que demuestra que el pensamiento social cristiano contribuye de manera sólida y real a la construcción de un mundo más humano y más justo en el siglo actual. Partiendo como eje central de la encíclica Caritas in veritate, del Papa Benedicto XVI, e incluyendo referencias a los documentos más importantes de la moderna doctrina social de la Iglesia, desde la Rerum Novarum, de León XIII, hasta la Evangelii gaudium, del Papa Francisco, los autores plantean los enormes desafíos que encuentra la humanidad, en el actual contexto de la globalización, que podrían dar lugar a extraordinarias construcciones en su historia, como una economía civil y respetuosa con el medio ambiente y una democracia global que, basada en una ética mundialmente compartida, permitiera una paz justa en todo el planeta.
Tras un breve video de presentación de UNIJES, su Presidente, el profesor Oraá, intervino en el acto de presentación para afirmar que el Grupo de Pensamiento Social Cristiano lleva más de 20 años profundizando en esta materia, que es fundamental para la formación integral de los alumnos de los centros y universidades jesuitas. Recordó la reciente audiencia que el Papa Francisco concedió al Secretario General de la ONU y a los directores generales de sus agencias, a los que invitó a promover una verdadera movilización ética mundial más allá de creencias políticas y religiosas para alcanzar una posición internacional común con especial atención a los más pobres y excluidos, con el fin de que los futuros objetivos de desarrollo sostenible se ejecuten con valentía y repercutan en las situaciones de hambre y de pobreza. Se trata, les dijo, de desafiar toda forma de injusticia. Finalizó reiterando el compromiso de las universidades de la Compañía con la justicia y la paz, que son el fondo de la doctrina social de la Iglesia.
El coordinador de la obra y del Grupo de Pensamiento Social Cristiano de Unijes, José Sols, mencionó a los autores del libro y señaló que no se trata de una mera yuxtaposición de artículos, sino de un conjunto de trabajos que mantienen una cierta unidad de estilo y análisis. Destacó que el libro, además de evidenciar el gran interés de la Compañía de Jesús por contribuir a la doctrina social de la Iglesia y a su divulgación, lo hace de dos formas: yendo por detrás para explicar lo que se ha hecho, y por delante, para plantear los retos que la Iglesia debería afrontar en el mundo de hoy. Queda clara, además, la posición de defensa de los derechos humanos por parte de la Compañía y de Unijes, y su respeto por la pluralidad, sin la que no puede haber diálogo. El Nuevo Testamento, dijo, se vertebra en torno al diálogo, que supone el respeto a la alteridad, reconocer que hay otro con el que te intentas comunicar y entenderte. Al referirse al pluralismo interno del grupo, afirmó: «Estamos todos en el mismo barco de la construcción del reino de Dios en la historia. A todos nos mueve este horizonte teleológico. En el barco no todos estamos de acuerdo, pero estamos de acuerdo en que estamos todos en el mismo barco».
El Rector de Comillas se refirió al tema que aborda en el libro, religión y sociedad, sobre el que algunos querrían crear confusión: fundamentalismos y sectarismos, de un lado, y, en el otro extremo, los que consideran la religión como algo privado. En Unijes creemos que la religión tiene que ver con la política en el sentido amplio y bueno, sin confundirse con ella, continuó el profesor Martínez. De la fe cristiana brota un limpio y sano compromiso social. La exclusión de la religión del ámbito público, como dice Benedicto XVI, lleva al fundamentalismo religioso y hace que la vida pública se empobrezca. Ofrecer a la sociedad este texto sobre el pensamiento social cristiano es para Unijes, agregó el Rector, cumplir el compromiso de nuestras universidades jesuíticas, que se sitúan pacíficamente entre las fuerzas sociales reclamando libertad para actuar como actores de la estrategia de diálogo con el mundo y trabajar con otros por el bien común.
Cerró las intervenciones Monseñor Blázquez, quien dividió la historia de la doctrina social de la Iglesia en dos series de escritos de los pontífices, antes de adentrarse en el contenido de Caritas in veritate, de Benedicto XVI, y de Evangelii gaudium, de Francisco, de las que comentó sus diferentes orientaciones y objetivos.
Globalización
«La globalización ha generado nuevas oportunidades y retos al desarrollo y sugiere la necesidad de progresar en el establecimiento de organismos de gobierno supra-estatales. Sin ellos no es posible el establecimiento de condiciones adecuadas para el desarrollo de las libertades del individuo, ni es posible el reclamo de un derecho al desarrollo de un modelo práctico y concreto», afirma José Manuel Aparicio Malo, profesor de Teología en la Universidad Pontificia Comillas, en su capítulo «Desarrollo humano integral», incluido en esta obra colectiva.
La sociedad global nos hace más cercanos, pero no más hermanos. Aparece entonces la fraternidad como una dimensión esencial de la justicia social, entendida como un desarrollo humano integral y solidario. Como señala Josep M. Margenat Peralta, SJ, de la Universidad Loyola Andalucía, «para la humanidad está en juego lograr ser de verdad una auténtica fraternidad».
El mercado global será verdaderamente eficaz para el desarrollo peno de todos los hombres si no excluye los valores morales y regula su propio funcionamiento con normas legales de validez universal, escribe Fernando de la Iglesia Viguiristi, SJ, de Deusto. Ahora bien, insiste en la idea esencial, lograr que la familia humana se dé un cuerpo legal universal exige que se establezca una autoridad política mundial.
María Dolors Oller Sala, de ESADE, añade a lo anterior que caminar en la línea de la globalización de la solidaridad significa construir una civilización del amor. Somos responsables del nacimiento de una nueva conciencia que haga posible una comunión que, en un mundo tan plural, habrá de ser siempre comunión en la diversidad. Es así como la tradición cristiana ilumina el camino en pos de lo que es nuclear en su experiencia de fe, la construcción de la fraternidad, postulado de la Revolución Francesa que aún está por estrenar.
Pluralismo
El pluralismo y la diversidad del mundo aparecen en la reflexión del Rector de Comillas, Julio L. Martínez, SJ, sobre religión y sociedad, donde asegura que privatizar la religión le quita su repercusión social. Para ser relevantes en una sociedad pluralista, agrega, se hace imprescindible la participación, el compromiso con lo real y la búsqueda de consenso con otras cosmovisiones. El dato decisivo es el de la aceptación del pluralismo que significa el adiós definitivo a la uniformidad de la sociedad antigua. Construir un marco de convivencia para todos los ciudadanos, respetuosos del pluralismo, es una tarea de la que no puede sentirse dispensado ningún creyente, ni laico ni clérigo.
José Manuel Caamaño López, de Comillas, recuerda que una buena sociedad es ciertamente fruto del mercado y de la libertad, pero hay necesidades reconducibles al principio de fraternidad, que no pueden eludirse ni dejarse en manos únicamente de la esfera privada o de la filantropía. Por eso, subraya, es fundamental vivir la reciprocidad y la sociabilidad dentro de la vida económica para construir una auténtica economía civil y social, algo que solo es posible cuando existe un espacio adecuado para la gratuidad en las relaciones humanas.
Para el profesor de la Deusto Business School Ricardo Aguado Muñoz, la economía de comunión se posiciona como un espacio privilegiado para generar el desarrollo humano integral propuesto en la Caritas in veritate. Las empresas deben ser competitivas en el mercado y obtener un beneficio, a la vez que colaboran con la consecución del bien común, practican la fraternidad con las personas en necesidad ―en la doble faceta de compartir el beneficio económico y de crear oportunidades de desarrollo― y utilizan un estilo de gestión acorde con la cultura de la reciprocidad.
Trabajo
Garantizar los derechos vinculados al trabajo es uno de los grandes retos del siglo XXI, que acomete Ildefonso Camacho, SJ, profesor de la Facultad de Teología de Granada. Las estrategias para afrontar esta situación que pone en cuestión los derechos vinculados al trabajo deben ser abordadas con creatividad, lo que significa que no vale pensar solo en restaurar la situación anterior, ya que las condiciones de la economía y de la sociedad mundial son muy distintas. Algunas estrategias que propone son: crear empleo desde una nueva división internacional del trabajo, que ofreciera nuevas oportunidades de empleo a países no occidentales y obligase a los occidentales a buscar nichos nuevos o ámbitos inexplorados, entre otras cosas; reducir el tiempo de trabajo para repartirlo; flexibilizar el mercado de trabajo para responder a las condiciones de sectores laborales muy globalizados y con rápido cambio tecnológico, que exigen adaptarse continuamente y desarrollar nuevos productos y servicios manteniendo la competitividad; revisar la relación entre trabajo y otras actividades humanas, como el voluntariado en la etapa de la jubilación, y buscar otras formas de ingresos para quienes carecen de trabajo, como la renta mínima garantizada o la renta básica o salario social.
La ecología se sitúa en el interior de la antropología, escribe José Sols Lucia, del IQS, citando a Benedicto XVI. Cuidar de la naturaleza supone cuidar del hombre; no son dos cosas distintas, sino la misma o, como mínimo, dos cosas distintas intrínsecamente relacionadas. El mismo autor, al adentrarse en el tema de la técnica, aporta dos ideas de la doctrina social de la Iglesia: la técnica es un medio, no un fin, y tiene una peligrosa tendencia la autojustificación moral, que puede llevar al engaño de hacer creer que todo lo técnicamente viable es moralmente bueno y además tiene que ser realizado, porque no hacerlo supondría cerrarse al progreso.