Además de deportes, teatro, conferencias, talleres y otras muchas actividades, los colegios mayores de Unijes (Menéndez Pelayo en Valladolid; Deusto en Bilbao; San Agustín en Santiago de Compostela; y Loyola en Madrid) suelen tener un terreno abonado para la solidaridad y el compromiso, a través de múltiples voluntariados. El triste y devastador episodio de la dana de octubre en Valencia ha movido también los corazones de los colegiales, que no han tardado en movilizarse.
En estos últimos cuatro meses, los colegios mayores han albergado e impulsado más de una docena de iniciativas, muchas de ellas surgidas de los propios colegiales, que han dado lugar a una recaudación conjunta próxima a los 6.000 euros, aparte de acopio y donación directa de alimentos, productos caninos, productos de higiene, ropa y material de limpieza que ellos mismos llevaron a los puntos de recogida con destino Valencia.
Tanto el CMU San Agustín como el Loyola han recurrido a conciertos solidarios: en la iglesia de San Agustín la asociación SANARTE de músicos de la Filarharmonia de Galicia organizaron un concierto solidario con el colegio mayor, Cruz Roja, la asociación de jubilados Compostela Solidaria y la librería Lápices 4, que sumó más de 1.600 euros; y en Madrid, en vísperas de Navidad el Loyola celebró dos conciertos solidarios: de la Orquesta JOECOM (Joven Orquesta de Estudiantes de Colegios Mayores); y de la coral Voces de Barrio y el grupo musical Nayru Pop Choir, para ayudar a las sociedades musicales valencianas afectadas por la dana, que recaudaron conjuntamente alrededor de mil euros. Ambos colegios establecieron además puntos de recogida de alimentos y material útil, en los que tanto los colegios como los colegiales aportaron un total de más de 70 kilos de productos de diferente índole.
El Colegio Mayor Menéndez Pelayo, por su parte, organizó a finales de febrero una jornada especial en apoyo a los damnificados en la que se sustituyó la comida habitual por un sencillo bocadillo y una pieza de fruta, con un coste simbólico de 3€. Además, se celebró un bingo solidario, cuyos premios fueron donados por proveedores del centro y por el propio colegio. Los colegiales y trabajadores participaron activamente en la iniciativa, logrando recaudar un total de 575€, que fueron destinados íntegramente a la cuenta de Entreculturas para la dana.
También el CMU Deusto tuvo su bingo solidario, además de torneos de mus y de pádel, y fue la sede de un mercadillo solidario, para reunir fondos para este mismo fin. Todo ello, junto a la rifa de una cesta de Navidad, consiguió que el colegio de Bilbao lograse superar los 2.000 euros recaudados.
El CMU Loyola donó asimismo a esta causa lo recaudado en su tradicional rifa de cesta navideña, y lo mismo hará en la también clásica Cena Regional Solidaria, que tendrá lugar a la vuelta de Semana Santa, en la que los colegiales, procedentes de toda la geografía española, traen de las vacaciones algún producto típico de su tierra para compartir con sus compañeros en una cena de picoteo el martes de Pascua, y el dinero que el colegio no gasta por esa cena (calculado en unos 400 euros) se dona, este año a Valencia. Y el mismo destino tuvieron los más de 150 euros conseguidos en el casino solidario en la cafetería del colegio mayor madrileño a primeros de marzo.
Más allá de la recaudación económica, los colegios mayores de Unijes han puesto en marcha un proyecto para facilitar a sus colegiales que conozcan y se dejen interpelar directamente por la realidad de los afectados por la dana. Impulsado por la Compañía de Jesús desde el Menéndez Pelayo y coordinado por Alejandro Toro SJ, se organizó un viaje a Valencia, del 28 de febrero hasta el 4 de marzo, para que un grupo de colegiales tuvieran la oportunidad de colaborar activamente en las labores de recuperación.
Ocho estudiantes de los colegios mayores Menéndez y Deusto, acompañados por el propio Alejandro y Marcela Vásquez, subdirectora del colegio bilbaíno, viajaron a Paiporta, una de las localidades más afectadas. El objetivo principal era echar una mano con la reconstrucción de la sede de Cáritas de la localidad, que quedó totalmente destruida por la violencia de la riada. El agua se llevó todo lo que había en el primer piso, desde muebles hasta la ropa, comida o juguetes que se donaban a las familias necesitadas. Ello obligó a empezar de cero y volver a construir, organizar y clasificarlo todo para poder reanudar el funcionamiento de la sede. Los colegiales se unieron a la labor: unos tirando o pintando paredes, otros montando estanterías, limpiando suelos o clasificando inventario, cualquier tarea que fuera necesaria. También colaboraron en la restauración de una parroquia y una zapatería local.
La labor material, con todo, no fue lo más importante: los voluntarios vivieron una experiencia espiritual y humana intensa. Cada jornada concluía con un momento de oración y reflexión sobre lo vivido, fortaleciendo el sentido de comunidad y compromiso cristiano. Los colegiales pudieron comprobar directamente que, aunque ya pasaron más de cuatro meses desde la inundación, una capa de polvo marrón cubre todavía los edificios del pueblo. La mayoría de bajos están destrozados y hay escombros, ruinas y restos de barro aún a pie de calle. Se necesita mucha fuerza de trabajo y de voluntad para que el pueblo recupere su normalidad. La ayuda de los voluntarios acelerará la actividad de Cáritas en Paiporta, que ahora es más requerida que nunca, y aunque aún quede mucho por hacer, es esperanzador contar en nuestros colegios mayores con jóvenes sensibles a estas realidades y capaces de ceder un poco de su tiempo para acercarse a ellas, siguiendo los valores de servicio de la Compañía de Jesús.