El pasado fin de semana se celebró en Madrid el Congreso de Vocaciones, congregando a más de 3.000 personas procedentes de todo el territorio.
La tercera Preferencia Apostólica Universal (‘Acompañar a los Jóvenes en la creación de un futuro esperanzador’) es muy importante en la Cultura Vocacional que se está desplegando en la Compañía de Jesús en España, por ello este Congreso ha resultado de gran utilidad para el grupo de laicos/as y jesuitas de la Compañía de Jesús que ha participado: Ana Iruín (MAG+S), Ana Carmen Goldáraz (Área de Familias), Javier Berstard (EDUCSI), Miguel Poza (EDUCSI),Raquel Sanz (UNIJES), Jaime Pastor (Comunicación Provincia), David Cabrera sj (MAG+S), Álvaro Lobo sj (EDUCSI), Francisco Delgado sj (Escolar en formación). Además, otros jesuitas pertenecientes a diferentes diócesis también han estado presente.
El lema elegido para esta cita ha sido: ‘¿Para quién soy?’ la pregunta que hizo el Papa Francisco en Christut Vivit (286) uniendo dos inquietudes del corazón humano: la identidad y el sentido de la vida.
Fonfo Alonso-LasHeras SJ, promotor vocacional de Jesuitas España, ha colaborado en la organización del congreso desde la Conferencia Episcopal y participó en la ponencia inicial del subrayando que la vocación abarca todas las áreas de la vida, por ello es fundamental fomentar una cultura vocacional que ayude a las personas a entender su propia vocación, escuchar la llamada de Dios y responder con libertad y responsabilidad: «No sólo desde el ámbito pastoral, sino desde todas y cada una de las dimensiones que forman parte de nuestras instituciones y comunidades, porque solo generando un lenguaje común y un modo de proceder coherente, podemos recrear una cultura en la que las personas estén mejor capacitadas para plantearse la vida como vocación»
A raíz de lo suscitado en estos días de encuentro, Raquel Sanz coordinadora de Cultura Vocacional de UNIJES, comparte su reflexión señalando la importancia que tenemos desde la Universidad en esta misión de acompañar: “la etapa universitaria es una etapa crucial en la que nuestros jóvenes estudiantes, además de enfrentarse a retos intelectuales que les capacitan para un futuro desempeño profesional completo, van a consolidar aspectos muy relevantes de su identidad y sentido vital”. Y continúa: “Todas las personas que formamos parte de la comunidad universitaria somos ese “entorno” llamado a cuidar y desplegar una cultura a favor de la vida entendida como vocación, con sentido y sostenida en una esperanza que no defrauda ni se agota”.
Como centros de la Compañía de Jesús, la misión que formularon ya los primeros jesuitas de “ayudar a las almas”[i] se hace presente hoy en nuestra manera ser y estar en una parte del camino que nuestros estudiantes recorrerán durante los años que pasen entre nosotros.
En las universidades jesuitas contamos con el modelo pedagógico Ledesma-Kolvenbach que aporta cuatro dimensiones claves para una formación integral: UTILITAS, HUMANITAS, IUSTITIA y FIDES. Y es precisamente desde la FIDES, donde podemos facilitar que las personas sean capaces de una apertura explícita a la pregunta sobre el sentido de la existencia y con ella a la cuestión de Dios.
Un buen comienzo, es empezar por nosotros mismos sosteniendo preguntas que nos tocan en lo más hondo y nos ayudan a profundizar en nuestra vida: ¿Quién soy? ¿Qué sentido tiene mi vida? ¿A quién entregarme? ¿Cómo darme mejor? Todas estas y tantas otras son camino que compartimos buscando juntos. Son una ayuda para poder situarnos y encontrar la plenitud en una vida vivida como misión, para Dios y para los demás. Como hace casi 500 años, hoy la propuesta de San Ignacio para una vida plena y llena de amor sigue siendo: “En todo amar y servir”.
[i] “Ayudar a las ánimas” : El concepto de “ayudar a las ánimas” de los primeros jesuitas está basado en las obras de misericordia nacidas en la Iglesia por el mandato evangélico de amarse unos a otros y la atención a los necesitados. Estas obras tanto espirituales como corporales “llevan alivio a los necesitados, pero también producen contactos personales y directos con la persona de Jesús que habita en ellos” (M. A. Lewis, “Ayuda a las ánimas”, en Diccionario de Espiritualidad Ignaciana, 204)