La polarización se ha presentado como un rasgo característico de la política española en los últimos años, pero la Encuesta sobre la polarización y la convivencia en España elaborada por el Instituto Catalán Internacional para la Paz (ICIP) y el Centro de Políticas Económicas de Esade (EsadeEcPol) revela que la sociedad está más cohesionada de lo que sugiere el debate público. El estudio, que mide diversos focos de polarización en siete Comunidades Autónomas y en el conjunto del país, concluye que la crispación política no es reflejo de una fractura social y apunta a un buen nivel de convivencia en España.
Los partidos políticos aparecen como principal foco de polarización afectiva (la que se define por la distancia entre los sentimientos hacia el grupo con el que nos identificamos y los que manifestamos hacia los otros), según la encuesta publicada este martes. Por el contrario, dentro del mismo ámbito de polarización afectiva, el aspecto territorial es un foco de tensión considerablemente inferior al político. Y la sociedad muestra un buen nivel de cohesión en otros aspectos como la confianza interpersonal y temas ideológicos como la igualdad de género.
“La buena noticia del informe es que la valoración de la convivencia y de la confianza interpersonal es buena”, ha señalado Sandra León, investigadora de EsadeEcPol y coautora del informe, que ha destacado también la “perspectiva territorial” como otro de los principales aportes del estudio. “Esa heterogeneidad territorial pasa a menudo desapercibida en los estudios donde el enfoque es exclusivamente nacional”. También Kristian Herbolzheimer, director de ICIP, ha considerado que “la encuesta indica que la crispación política no es un reflejo de la realidad social”.
La dimensión identitaria de la polarización (la relacionada con la manera en que definimos nuestra propia identidad en oposición a la de otros) muestra también ámbitos de consenso. El género, la comunidad autónoma o la clase social son las tres características que menos se asocian a la identidad: apenas un 20% de la población los considera “bastante” o “muy” importantes.
En el ámbito ideológico, la encuesta muestra consensos transversales en torno a diversos temas, como la igualdad de género: un 75% de la ciudadanía apoya por ejemplo que se sancione a empresas que paguen menos a las mujeres por el mismo trabajo. También hay un apoyo mayoritario a que las personas transgénero puedan cambiar el sexo recogido en sus carnets de identidad o a la redistribución mediante impuestos y transferencias monetarias de hogares más ricos a más pobres.
En el extremo opuesto, el mayor desacuerdo ideológico se produce al opinar sobre la transición a la democracia. Casi la mitad de la población en Cataluña no la ve como motivo de orgullo (3,75 puntos), mientras que en Madrid es la mitad la que está totalmente de acuerdo (6,75). Otro aspecto que genera opiniones divergentes es la organización territorial: mientras en Cataluña y País Vasco existen amplias mayorías a favor de un modelo más descentralizado, en Madrid la mayoría prefiere más recentralización. Esta opción se impone también ligeramente en las otras comunidades cubiertas por el informe: Andalucía, Comunidad Valenciana, Extremadura y Galicia.
Los ciudadanos muestran un alto nivel de confianza interpersonal, que supera el aprobado tanto en el conjunto de España como en las comunidades analizadas. También la convivencia obtiene una valoración positiva en todas las dimensiones y territorios, aunque con diferencias significativas según el nivel: desde el 7,22 en el caso de barrio/municipio y el 7,02 en el de comunidad autónoma, en el extremo superior, hasta el 5,85 en el conjunto de España, en el extremo inferior. El territorio con peor valoración de la convivencia en esas tres dimensiones es Cataluña, si bien con diferencias moderadas frente a la media nacional.
La confianza interpersonal contrasta con una confianza generalmente baja en las instituciones: ninguna de las administraciones logra un aprobado en confianza ciudadana. Los gobiernos locales y la Unión Europea obtienen una mejor calificación que el gobierno central y los autonómicos. En particular el gobierno central suscita las peores valoraciones: es el único nivel de administración con un suspenso en todas las regiones encuestadas. Por Comunidades Autónomas, Cataluña es el territorio con menor confianza institucional en las administraciones de todos los niveles y la que da una nota peor a su gobierno autonómico (4,1), mientras que País Vasco da la mejor (5,37).
Este dato está entre “las no tan buenas noticias” del estudio, ha señalado Sandra León, junto al hecho de que “la polarización afectiva partidista es muy intensa” y la división en torno a temas como la transición a la democracia o las preferencias sobre la cuestión territorial. Herbolzheimer ha apuntado también al factor institucional como una de las conclusiones negativas del estudio: “Determinados discursos y actitudes políticas están afectando la confianza en las instituciones, lo que pone en riesgo el funcionamiento democrático”.