La economía española mantiene un crecimiento por encima de su potencial, superando ampliamente las expectativas tras la pandemia, y se sitúa como una de las economías que muestran mayor dinamismo dentro de la zona euro. Esta es una de las conclusiones del capítulo de coyuntura del Informe Económico y Financiero de Esade para el segundo semestre de 2024, elaborado con el apoyo de Banco Sabadell y dirigido por Toni Roldán, director de EsadeEcPol. Este apartado, a cargo del profesor de Esade Josep M. Comajuncosa y de Manuel Hidalgo, profesor de la Universidad Pablo de Olavide y senior fellow de EsadeEcPol, hace una previsión de crecimiento para la economía española de entre el 2,2% y el 2,3% para 2024, y explica cómo su resiliencia durante los dos últimos años se debe, por el lado de la demanda, al aumento en la exportación y el incremento en el consumo, tanto público como, sobre todo, privado.
En términos de consumo privado los autores atribuyen su crecimiento al dinamismo del mercado laboral, la mejora del poder adquisitivo y el ahorro de las familias, y a las medidas de respuesta a la crisis y el esfuerzo fiscal del gobierno, en el caso del público. En el frente de las exportaciones, los autores explican su evolución positiva a través de la recuperación definitiva del turismo y los servicios con alto valor añadido. Por el lado de la oferta, la relativa capacidad de manejar unos costes energéticos al alza en la crisis que siguió a la invasión rusa de Ucrania. A este respecto, los autores del informe destacan la capacidad de España para el almacenamiento de gas natural y el despliegue de energías renovables.
Tres desafíos para la economía española
Sin embargo, la perspectiva que enfrenta la economía española a medio plazo no está exenta de riesgos y así lo refleja Esade en su informe para este segundo semestre de 2024, donde señala tres desafíos: la divergencia en términos de productividad con respecto al resto de países europeos, la escasa inversión privada —aunque con ligero incremento durante los últimos meses debido a las bajadas de tipos y a una mayor confianza—, y la situación fiscal.
En relación con este último reto, los autores recuerdan que, aunque España se encuentre en la senda de descenso del déficit, ésta se ha basado en el aumento de los ingresos fiscales, que también se han visto apoyados por la inflación y el dinamismo de la actividad económica, a través del aumento impositivo, no en la reducción estructural del gasto. Del mismo modo señalan que la deuda pública continúa siendo una preocupación relevante, ya que, pese a haber disminuido, sigue alta comparada con los estándares europeos, y hace aumentar la vulnerabilidad de España ante futuros choques económicos y limita la respuesta fiscal a futuras crisis.
En relación a este último punto, Sofía Rodríguez, subdirectora general y chief economist de Banco Sabadell, afirma que “hay que seguir mejorando la situación de las cuentas públicas en España para recobrar espacio fiscal en un entorno de incertidumbre económica y geopolítica a nivel global y de reducción del balance del Banco Central Europeo”. Además, Toni Roldán, director de EsadeEcPol y del Informe Económico y Financiero de Esade, añade que “se debería aprovechar la excelente marcha de la economía y los ingresos extraordinarios provenientes de la inflación y de los fondos europeos para retomar la agenda de reformas pendiente, que permita impulsar el estancamiento secular de la productividad”.
Aterrizaje suave de la economía global
A escala internacional, el Informe Económico y Financiero de Esade explica que el escenario que se ha materializado ha sido el de un “aterrizaje suave” [soft landing], gracias a la reducción de la inflación y a unas cifras de crecimiento modestas pero positivas —más sólidas en Estados Unidos y menos en la zona euro, Reino Unido y Japón—. Esta evolución ha sido fruto, entre otros factores, del aumento de la fuerza laboral en determinadas economías, los cambios en los mercados inmobiliarios, el elevado crecimiento de países emergentes, los avances tecnológicos, y el hecho de que las condiciones financieras se hayan mantenido laxas a pesar de los tipos de interés elevados.
De cara a los próximos meses, la economía global seguirá creciendo a tasas inferiores a las de los años previos a la pandemia debido a unas políticas monetarias todavía con tono restrictivo en los principales países desarrollados y a unas políticas fiscales que perderán peso a la hora de apoyar el crecimiento. En este contexto, la zona euro, que ha sido, de las globales, la economía que menos ha crecido, verá mejorar su rendimiento a finales de año gracias al incremento del consumo de las familias derivado del descenso de la inflación, el aumento de los salarios y la mejora de los términos comerciales —una situación muy similar a la que llegará la economía británica—. Por su parte, Estados Unidos mantendrá un crecimiento saludable y, con una inflación todavía por encima del objetivo, la Reserva Federal se aproximará con cautela a las primeras bajadas del tipo de interés oficial, y en China, las autoridades seguirán abordando el desafío de llevar a cabo un ajuste ordenado del sector inmobiliario mientras el resto de la economía mantiene un crecimiento relativamente estable, aunque con riesgos a la baja.