Han pasado ya treinta años de aquel 16 de noviembre de 1989, día en el que fueron asesinados seis sacerdotes jesuitas y dos de sus colaboradoras en la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA), la universidad jesuita de El Salvador. En ese entonces, el país llevaba años envuelto en una guerra civil y una represión generalizada, que causó el asesinato del jesuita Rutilio Grande (en 1977) y de Mons. Óscar Romero (1980).
Los jesuitas asesinados se habían destacado por promover una solución pacífica al conflicto armado salvadoreño y por denunciar las injusticias sociales hacia los grupos mayoritarios del país centroamericano. Por su liderazgo espiritual a favor del pueblo y su voz de denuncia, resultaban incómodos para el poder político y militar de la época. Su amor y entrega se encarnaba en la UCA, a la que habían convertido en una de las universidades más importantes de Centroamérica.
La madrugada de aquel 16 de noviembre, en medio de una ofensiva guerrillera sobre la capital San Salvador, efectivos del batallón Atlácatl, de la fuerza armada de El Salvador, asesinaron a los religiosos junto a sus colaboradoras Elba y Celina Ramos (madre e hija), en el campus de la universidad. Fueron alrededor de 30 hombres los que atentaron contra sus vidas. Un acto que marcó por siempre a la UCA, a El Salvador y al mundo entero.
Para conmemorar el XXX aniversario de su partida, la UCA viene organizando una serie de actividades durante todo el mes de noviembre. Estas incluyen diferentes ponencias, foros, conversatorios, coloquios, presentaciones de libros, encuentros culturales y religiosos para conocer y reflexionar sobre el legado de los mártires de la UCA en el contexto actual salvadoreño y centroamericano.
El acto central tendrá lugar el sábado 16, iniciando por la mañana con la tradicional elaboración de alfombras, en la tarde la “procesión de farolitos”, la Santa Misa y finalizando con la vigilia cultural. El domingo 17 también se celebrará una Eucaristía en la Cripta de la Catedral Metropolitana.