Con la participación de jesuitas y laicos de cerca de 50 universidades de la Compañía de Jesús, se realizó en la Universidad Iberoamericana de la Ciudad de México, la conferencia global sobre cooperación académica ‘Universidades jesuitas: hacia la transformación del mundo’. Participaron representantes de Deusto, Comillas, Loyola Andalucía y ESADE, así como el secretario del Consejo, Enrique Lopez Viguria, en representación de presidente de UNIJES, Jaime Oraá SJ.
Optar por los pobres y excluidos, y acompañarlos en su liberación es el deber primordial de las universidades jesuitas; el cual habrán de cumplir a través de la docencia, la investigación, la vinculación y la innovación, dijo el P. David Fernández Dávalos, S. J., Rector de la universidad jesuita de la Ciudad de México.
Así lo comentó el Rector Fernández: ‘Desde abajo y desde adentro, la respuesta universitaria a los tiempos turbulentos’, comentario que hizo a la conferencia ‘Un puente sobre las aguas turbulentas: Las universidades jesuitas en la era de fragmentación’ que pronunció el P. Michael Garanzini, secretario de Educación Superior de la Compañía de Jesús. El Rector consideró que no puede haber reconciliación si no hay justicia. “Usted (Garanzini) lo señala, en efecto, pero pone un énfasis diferente al que yo quisiera poner: la justicia queda incompleta si no hay reconciliación, es cierto; pero pretender una reconciliación sin justicia, pretender que la Universidad se sitúe en los ‘puntos de reconciliación’ como usted dice, es situarse por encima y desde afuera de las contradicciones históricas y es falsear la reconciliación, es dejar de lado la transformación de realidad para consagrar el status quo”.
Dicho lo anterior, Fernández Dávalos mencionó que lo que entonces pueden hacer las instituciones de educación superior es por supuesto llenar las expectativas de los jóvenes que acuden a las universidades, con lo que señaló en su charla el Padre Garanzini: conocimiento integrado, una brújula moral, una comunidad genuina, un paradigma global y una espiritualidad adulta. Pero, adicionalmente, el P. Fernández puntualizó que en las universidades de la Compañía de Jesús (como la IBERO) la misión de servir a la fe y promover la justicia y la reconciliación se puede concretar de la siguiente manera:
1.- Habiendo considerado los actuales procesos internacionales y su asociación con los principales problemas socioeconómicos de los países pobres o dependientes o periféricos, es indispensable contribuir efectivamente a hacer crecer y distribuir la riqueza.
Asimismo, promover la eficiencia en la planeación y asignación de recursos y hacer de los mismos un uso que sea compatible con el medio ambiente y lo preserve para las generaciones venideras. Pasar de una “economía que mata”, como dijo el Papa Francisco, a otra que dé vida, particularmente a las mayorías. Necesitamos impulsar prioritariamente un desarrollo cada vez más incluyente y solidario.
2.- Urge contribuir a posibilitar o fortalecer aquellos procesos, proyectos y decisiones gubernamentales y/o civiles dirigidos a generar mejores y consistentes condiciones de justicia social y equidad en nuestros países y el mundo.Tales procesos, proyectos y decisiones deberán considerar con toda seriedad el punto de vista, los modos de organización y los recursos de los hombres y mujeres destinatarios de estos proyectos, a fin de lograr la existencia real de condiciones suficientes para satisfacer consistentemente sus necesidades de alimentación, salud, vivienda, educación, capacitación, seguridad, información y recreación. Especial atención requiere la situación de aquellos grupos y regiones pobres y/o en proceso de empobrecimiento.
3.- Se requiere alentar la formación de una sociedad poseedora de una nueva cultura política en la que, lo mismo en una pequeña comunidad rural o grupo urbano que en los más altos niveles de decisión política, se respete la ley; se promueva la participación; tengan vigencia las libertades, los derechos y los deberes de todos; sea democrática la toma de decisiones y la conducción de los asuntos públicos; se priorice la resolución pacífica de controversias y la construcción de la paz.
4.- Es fundamental reforzar y generalizar una nueva cultura en la que la dimensión ética, la identidad, la equidad entre géneros, la pluralidad, la inclusión, la solidaridad, la tolerancia, el respeto a los derechos humanos, el espíritu emprendedor y el aprovechamiento sustentable de los recursos naturales destaquen entre los elementos sustanciales del modo de ser y hacer de los habitantes y grupos sociales de la región y el país.
5.- En el contexto de una sociedad cada vez más afectada por la extendida vigencia de diversos mecanismos de muerte, especial esfuerzo se ha de realizar por reforzar y generalizar una cultura en favor de la dignidad humana y de la vida; una cultura que permita entender y enfrentar estos mecanismos de destrucción y muerte con respuestas y propuestas que reconstruyan y hagan brotar la vida en todas sus dimensiones.
6.- En todos nuestros países es preciso hoy contribuir a robustecer el tejido social, a favorecer la creación de vínculos entre los diversos grupos y sectores de la sociedad, así como a buscar una relación más equitativa entre éstos, con pleno respeto a las diferencias de género, étnicas y de condición física y grupos de edad específicos.