El pasado domingo 9 de octubre tuvo lugar en el Colegio Mayor Loyola el acto de apertura del curso 2022-23 al que estaban invitados tanto los colegiales como el personal del CMU. La elección de la fecha, ya iniciado el curso, ha venido determinada por la diversidad de centros y facultades en la que los colegiales realizan sus estudios universitarios con calendarios académicos dispares. En el programa del día destacaban tres momentos clave: la eucaristía; el acto propiamente académico y la comida cóctel en las instalaciones del colegio al aire libre.
El acto académico, que tuvo lugar en el Salón de Actos, comenzó con unas palabras del director, D. José Manuel Burgueño, en las que destacó cinco pilares que conforman la experiencia en el Loyola –formación propia; convivencia; estudio; vida de fe y amistad– y recordó que “hacer colegio es dejar de ser una pieza en un engranaje, para pasar a ser todos a la vez parte de algo más grande”. A renglón seguido, Cristóbal Jiménez Ariza SJ, invitado por el colegio, captó la atención de todos los presentes con la ponencia titulada “Esperanza en tiempos de conflicto”: desde su experiencia pasada como periodista y corresponsal de guerra, y hoy como jesuita, nos dio su visión realista y profunda de dónde encontrar esperanza en un mundo tan convulso, con una mención especial a la importancia del agradecimiento. Por último, tres colegiales tocaron una pieza musical al piano, viola y guitarra. Tras la clausura del acto con el Gaudeamus Igitur se dio paso a la comida con carácter festivo.
El acto de apertura coincide con la puesta en marcha de la mayor parte de las actividades que se ofertan en el Colegio, y que tratan de cubrir las cuatro dimensiones sobre las que se estructura la formación integral: una dimensión práctica (ofrecer los medios que más favorezcan el estudio de los colegiales, hoy por hoy su principal misión y para lo que están en Madrid); una dimensión social (orientarles hacia la solidaridad y la promoción de la justicia animando a la realización de voluntariados); una dimensión humanista (fomento de valores, crecimiento, participación, promoción cultural…); y, por último, una dimensión espiritual (desde el profundo respeto a la libertad individual y el sentimiento religioso de cada persona, articulando y ofreciendo vías para todos aquellos que quieran ahondar en su fe cristiana, desde una espiritualidad ignaciana). Junto a las diversas Aulas que los propios colegiales ponen en marcha y de las que se hacen responsables (literatura, política, deportes, cine, teatro, baile, etc.) ha comenzado ya el tercer ciclo formativo, ofrecido desde pastoral y dentro del plan de Entorno Seguro, que este año tiene como tema transversal la reflexión sobre la dimensión afectivo-sexual.