El pasado 27 de enero se presentó la Guía de integración local “Caminos de Convivencia”, elaborada por el Instituto de Estudios sobre Migraciones de Comillas (IUEM) y la Secretaría de Estado de Migraciones, con la colaboración del Servicio Jesuita al Migrante y el apoyo de UNIJES.Representantes de las distintas entidades participantes respondieron, entre otras, a estas preguntas: ¿Cuáles son los principales retos y líneas de intervención local que existen hoy en materia de integración? ¿Qué políticas son necesarias establecer para que la integración y gestión de la diversidad tenga presencia pública?
En la guía se pone de manifiesto que en la actualidad existen tres procesos en curso en nuestra sociedad que cambian sustancialmente el marco y la forma en que solíamos pensar y diseñar las políticas de integración locales: el fuerte proceso de arraigo e integración de la inmigración en nuestra sociedad, sobre todo en sus barrios populares; el avance de la “cuestión social” en el ámbito local, y un prejuicio étnico grupal hacia la población de origen inmigrante (POI) que representa al otro inmigrante, generalmente de forma sutil, como diferente, extraño e inferior.
Los autores de la guía recalcaron que la POI en España supone 17% de la población total, y que está profundamente arraigada en la realidad social del país como muestran las últimas investigaciones: prolongado tiempo de estancia, fuerte asentamiento familiar, crecimiento de parejas mixtas, incorporación progresiva a las redes sociales y tradiciones socioculturales nativas, nacionalización creciente…
Pero los autores señalan los dos retos que quedan por afrontar: primero, una integración socioeconómica precaria, claramente por debajo de los niveles socioeconómicos medios. Y segundo, la presencia de un extendido prejuicio étnico hacia los inmigrantes que, si bien no ha roto la coexistencia tranquila y pacífica -aunque distante- existente en la sociedad española, supone una amenaza para la convivencia común.
La presentación de la guía dejó sobre la mesa varias líneas de intervención a desarrollar. Por un lado, el impulso de políticas de cohesión social universales que superen las crecientes desigualdades sociales que afectan a ambos grupos, nativos e inmigrantes, en materia laboral, económica o educativa. También el desarrollo de medidas transversales de gestión intercultural de la diversidad que ayuden a superar los procesos de discriminación, así como proyectos educativos desde una mirada intercultural o el desarrollo de una política de visibilización, reconocimiento y normalización de las personas de origen inmigrante.
Como quedó claro en la presentación, invertir en integración, es invertir en el país, en la construcción de una sociedad y una comunidad más justa y cohesionada.