Investigadores del Instituto de Estudios sobre Migraciones de la Universidad Pontificia Comillas (IUEM) avisaron durante la presentación del libro “Lo que esconde el sosiego” que, a pesar de que la cuestión migratoria no ha hecho ganar votos entre la extrema derecha y de que no se ha llegado a tensiones sociales o políticas significativas, “el caldo de cultivo está ahí”.
Aunque la crisis no ha destapado un conflicto social intenso, hay indicios y señales de que esto podría variar si no se toman medidas de mejora de la integración de las personas migrantes. No en vano, los investigadores detectan un “racismo comunitario de baja intensidad”. Los autores del libro denunciaron las “trincheras ideológicas” sobre la inmigración que dificultan la construcción de consensos y políticas de Estado. Además, avisaron del incremento de “discursos preferentistas” en los barrios obreros “que subrayan la ventaja de los nacionales y la posición secundaria de los migrantes, y la demanda de mantener o recuperar esa ventaja en diferentes ámbitos sociales”.
A pesar de ello, los investigadores rechazaron que los partidos de extrema derecha se hayan visto favorecidos en las urnas por las posturas antinmigración de parte de la sociedad. “No hemos detectado durante la investigación que las propuestas antiinmigración de la extrema derecha radical hayan logrado movilizar política y electoralmente a los vecinos de barrios populares, ni que se haya politizado la cuestión inmigrante entre los vecinos nativos de estos barrios, ya que no han aparecido movimientos o plataformas sociopolíticas formales anti-inmigrantes”. Pero avisan: “el caldo de cultivo existe, y si no se interviene con decisión y firmeza en los próximos años, la situación de tranquilidad y sosiego actual puede cambiar de forma radical”.
Unas relaciones cordiales
Los autores aseguraron que “las relaciones entre la población nativa y la de origen inmigrante en los barrios populares se han mantenido cordiales y tranquilas, y no ha alcanzado un nivel de tensión social y política significativa pese al arraigado prejuicio grupal existente, aunque ambos grupos permanecen distantes”. No en vano, según los investigadores, “la crisis y el avance del precariado en los barrios populares, junto al arraigo de la población inmigrante, han despertado entre la población trabajadora nativa una creciente percepción de la inmigración como amenaza económica”.
El libro revela que la precariedad laboral y material sigue creciendo en los barrios populares, “impidiendo los procesos de movilidad social ascendente”, y provocando un intenso malestar social del que, en ocasiones, y de forma errónea, se culpa a los inmigrantes.
Los inmigrantes ocupan las peores posiciones sociales y económicas dentro de los sectores populares, por debajo de las condiciones de la población nativa. “Asistimos a un proceso de etno-estratificación producto de procesos de cierre o enclaustramientos étnicos”, aseguran los investigadores, y añaden que “los barrios populares sufren etnificación, en virtud de la cual se activan discursos que culpabilizan a la inmigración de los problemas y cambios sociales negativos que sufren los sectores populares en España, como precariado, deterioro residencial, tensiones de convivencia o deterioro de los servicios públicos. Pero no son los inmigrantes, sino los procesos políticos y económicos de fondo los que generan esa vulnerabilidad”.
Ver la entrevista con los 2 directores de la investigación, Alberto Ares y Juan Iglesias: