IV Jornadas de Ética en Deusto: Conflictos políticos y polarizaciones

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En el marco de las IV Jornadas de Ética, organizadas por Deusto Business Alumni (DBA) y el Centro de Ética Aplicada de la Universidad de Deusto (CEA), en colaboración con la Fundación BBK, Adela Cortina, catedrática de Ética de la Universidad de Valencia, señaló que en el actual contexto de crisis e incertidumbre las empresas deben asumir un “liderazgo social” para generar confianza y “cohesión social” en una sociedad dañada por la COVID-19.

El evento, que se celebró en formato mixto y presencial bajo el título Liderazgo Empresarial en Tiempos Post-covid, también contó con las intervenciones de Agustín Garmendia, presidente de DBA; Gorka Martínez, director general de la Fundación BBK y José María Guibert, rector de la Universidad de Deusto, quien reflexionó sobre el liderazgo empresarial desde la perspectiva Ignaciana. Galo Bilbao, miembro del equipo Directica de Ética Empresarial del CEA moderó un debate en el que participaron Iñigo Ucín, presidente del Grupo Mondragón; Fernando Fraile, responsable de Cumplimiento en Iberdrola, y Xabier Goenaga, Jefe de unidad del JRC- Joint Research Center- en la Comisión Europea. Javier Martínez Contreras, director del CEA, cerró el evento.

Conflictos políticos y polarizaciones

Adela Cortina advirtió de que la actual “situación de desconcierto e incertidumbre” ha generado “una crisis que no sólo es sanitaria sino también económica, social y medioambiental”. Añadió que a los efectos de la pandemia sobre la salud física y mental se han sumado “conflictos políticos, polarizaciones y la puesta en cuestión de la calidad de nuestra democracia”. A su juicio, ante esta situación las organizaciones deben asumir «un liderazgo social” que beneficiará a todos, porque “las empresas del futuro serán sociales o no serán”. Destacó que las compañías pueden ofrecer a la sociedad bienes tangibles, como mantener los puestos de trabajo, pero también intangibles, “luces largas, visión de futuro” y esperanza. Recordó que “un líder es aquel al que sigue un grupo reconociéndole como jefe y orientador porque le infunde confianza, porque tiene autoridad moral”.

La catedrática de Ética indicó que la empresa puede ejercer este liderazgo siendo “empresa ciudadana”, que es aquella “que no es sierva pero está articulada con las demás empresas, los políticos, la ciudadanía, en el seno de la comunidad política”. Es aquella que intenta ponerse al servicio de la sociedad.

Para salir de la situación actual, las organizaciones deben aportar «capital económico y ético». Es necesario arbitrar procedimientos “para que nadie se quede fuera” y educar en competencias digitales para diversificar así la economía ante futuras amenazas. En un momento de bilateralismo a nivel global, la Unión Europea debería, a su juicio, apostar por la digitalización y, en concreto, por la inteligencia artificial, compaginando “seguridad y libertad desde el principio”.

Por su parte, en el cierre del acto, el director del Centro de Ética Aplicada, Javier Martínez Contreras, manifestó que la empresa está bien situada para contribuir al bien común porque “es un nudo relacional” que aglutina a agentes muy diferentes. Asegura que puede hacerlo marcando posiciones alineadas o no con cuestiones como los derechos humanos y los ODS y recalcó la importancia “de ser y no de parecer”, porque si utilizamos determinadas cuestiones “de forma cosmética perdemos todos”.