Casi un centenar de menores migrantes no acompañados –la mayoría de ellos marroquíes de entre 10 y 17 años– duermen en las calles de Melilla, según el informe “Rechazo y Abandono. Situación de los niños que duermen en las calles de Melilla”, realizado por la Clínica Jurídica, Comillas Solidaria y la Cátedra Santander de Derecho y Menores de Comillas ICAI-ICADE. Son cifras que maneja la Concejalía de Bienestar Social, cuyos responsables estiman que en 2016 entraron en la ciudad autónoma cerca de 1.800 menores sin compañía de padres o familiares.
El trabajo, cuyos datos fueron recopilados durante el mes de julio de 2016 por alumnos de grados y másteres de Comillas ICAI-ICADE, y por especialistas del ámbito de la investigación social de la universidad, ha estado dirigido por Violeta Assiego, especialista en derechos humanos. En él, los investigadores contactaron con ONG, entrevistaron a responsables de la administración y compartieron tiempo con algunos del casi centenar de menores que viven en la calle expuestos a abusos o tramas delictivas.
Luis Lafont, fiscal de Extranjería, destacó el protagonismo de Melilla en el ámbito de los menores migrantes no acompañados. Aunque aclaró que no se fía demasiado de las estadísticas, “de los 3.341 menores extranjeros no acompañados registrados en 2015, 759 están en Melilla”, dijo en referencia a los datos oficiales. Mientras tanto, en Andalucía hay 973 y en Ceuta 158. Aun así, Assiego insistió en que no todos los menores son inscritos en el registro de Menores Extranjeros No Acompañados (MENA), tal y como establece el Protocolo de 2014.
Melilla también copa las estadísticas de pruebas de ADN, que permiten conocer si un menor es realmente hijo de la persona adulta a la que acompaña. De las 545 pruebas de ADN que se realizaron en España en 2015, 455 tuvieron lugar en Melilla. “Es un instrumento costoso pero fundamental para erradicar las redes criminales de trata”, según Lafont, que denunció algunas de las prácticas que utilizan estas redes, como los niños programados (resultado de violaciones de la red mafiosa que después retienen para explotar sexualmente a la madre).
Un centro de acogida hacinado
El informe subraya que estos menores son trasladados al Centro Residencial Educativo Fuerte La Purísima donde “existen unas condiciones de hacinamiento que provoca que los menores carezcan de las garantías que la ley prevé”, según Assiego. “El desbordamiento de La Purísima impide y dificulta que se ofrezca una intervención individualizada y se ofrezcan actividades socioeducativas, se escolarice a todos los menores, se les facilite la tarjeta sanitaria y se gestiones su documentación”, asegura. Ante esta situación, los menores se fugan del centro y duermen en las calles. “Una vez salen de Melilla se desconoce el número y paradero de muchos de ellos, que se cuelan en los barcos dirección a la península”, asegura Assiego.
José Palazón, de Prodein, denunció desde un vídeo proyectado en la presentación, que “el sistema de protección de menores en Melilla es un caos total; existe maltrato institucional y violencia física, no hay escolarización, y se marchan al puerto a ver si pueden subir en un barco para cruzar a la Península en lo que se conoce como riski”, asegura. Según Isabel Díez, una de las estudiantes autoras del trabajo, “llegan a los barcos a nado y en una sola noche pueden intentar tres o cuatro veces llegar a uno y esconderse”
Este trabajo es el resultado del esfuerzo investigador que está desarrollando la universidad en el ámbito social, con proyectos que surgen de las 16 cátedras, cinco institutos de investigación y casi 40 grupos de investigación. Además, este trabajo ha sido promovido por Comillas Solidaria, que “impulsa que los alumnos a que toquen la realidad social”.