Cristina Gil-Casares y Cristóbal Rodríguez Giménez eran los únicos licenciados de la universidad que se presentaron a la oposición
Cristina Gil-Casares, licenciada en Derecho y diploma en International Legal Studies (E-1), y Cristóbal Rodriguez Giménez, licenciado en Derecho y en Administración y Dirección de Empresas (E-3), han obtenido dos de las tres plazas convocadas para el Cuerpo de Letrados del Consejo de Estado, a las que aspiraban 15 candidatos.
«Los únicos que nos presentábamos de nuestra universidad éramos Cristina y yo. Sabíamos que Comillas ICADE da a sus alumnos una formación extraordinaria y que, por ello, estábamos muy bien preparados para luchar por estas oposiciones», afirma Rodríguez Giménez que, desde que empezó sus estudios, tenía claro que quería opositar para continuar la tradición familiar. «En mi familia son todos funcionarios y siempre han destacado las ventajas de serlo, especialmente, en lo que se refiere a conciliación entre vida familiar y profesional».
Pensó en diferentes opciones para a opositar antes de decidirse por las de letrado del Consejo de Estado. Primero, le interesó el Cuerpo Diplomático, porque le atraía mucho la posibilidad de vivir en distintos países y conocer culturas diferentes. Pero, lo desechó por dos inconvenientes: la designación de embajadores depende del poder político, y, en su opinión, los constantes cambios de residencia no favorecen a los hijos. Luego decidió opositar al Cuerpo de Abogados del Estado. «Es la salida natural de los estudiantes a los que les gusta el derecho público y quieren opositar; además, tiene mucho prestigio y permite adquirir una formación muy amplia». Esta fue su idea hasta que terminó quinto curso. Sin embargo, acabó preparándose para letrado del Consejo de Estado.
«La culpa de que me decidiera por esta oposición es de Rosa Collado, letrada del Consejo de Estado y profesora de Derecho Administrativo en Comillas ICADE. Tuve la suerte de que fuera mi profesora en tercero y en cuarto», añade Rodríguez. Collado le animó a opositar y le presentó a preparadores para oposiciones a abogados del Estado y letrados de las Cortes, con el fin de que conociera los procedimientos; pero, él insistía en que tenía que prepararse para letrado del Consejo de Estado, aunque creía que no las aprobaría porque le parecían muy difíciles.
Por su parte, Cristina Gil-Casares eligió estudiar Derecho con diploma en International Legal Studies (E-1) porque su padre, «que ha sido, y sigue siendo, un referente para mí, era abogado». Pertenece a una familia de diplomáticos y siempre le han apasionado la política y los asuntos internacionales. El impulso de presentarse a las oposiciones le llegó de forma tardía. Durante la carrera ya había pensado en opositar, sin embargo, al acabarla se lanzó al mundo de los despachos jurídicos. «Empecé en Clifford Chance, en el Departamento de Banking and Finance, gracias a mi admirado profesor de Banca y Bolsa, Jaime de San Román, que entonces era Socio Director del despacho», explica.
Después de año y medio, le volvió a tentar la oposición y decidió dejar su trabajo para ponerse a estudiar. «A muchos les pareció entonces una idea descabellada, pero ahora veo que ha merecido la pena. Mi etapa de Clifford fue maravillosa y he dejado grandes amigos, pero creo que terminó por vencerme la vocación de servicio público. Hoy me enorgullece formar parte de una institución tan antigua y prestigiosa como el Consejo de Estado, y pertenecer a un cuerpo de letrados que ha contado entre sus miembros con grandes maestros del derecho, como Eduardo García de Enterría, Jaime Guasp, José Luis Villar Palasí, Manuel Alonso Olea o José Antonio García-Trevijano, por citar solo algunos.»
Los dos antiguos alumnos coinciden en la dureza de las pruebas. Constaban de cinco ejercicios, cada uno con su propia complejidad y, además, con muy poco tiempo para hacerlos. El primero fue una exposición oral de 12 temas, durante una hora y media. El segundo, un examen escrito de seis horas sobre temas de historia, filosofía política, relaciones internacionales, historia del derecho o economía («a nosotros nos tocó exponer el tema de los Reyes Católicos», añade Gil-Casares). El tercero, disertar durante un mínimo de media hora y un máximo de una hora, sobre una cuestión de derecho de entre 50 temas seleccionados por el tribunal. El cuarto, un dictamen sobre un expediente real, que hay que resolver en 12 horas. Y por último, un examen de idiomas.
«En Comillas ICADE he tenido excelentes profesores y compañeros, y guardo los mejores recuerdos de la universidad. Es un orgullo poder decir que de mi clase (E-1-C, de la promoción de 2008) han salido un diplomático, un abogado del Estado y una letrada del Consejo de Estado, además de magníficos abogados que hoy ejercen en los mejores despachos», concluye Gil-Casares.